lunes, 11 de abril de 2016

Las escuelas matan la creatividad


Ken Robinson es un educador, escritor y conferencista británico, considerado un experto en asuntos relacionados con la creatividad, la calidad de la enseñanza, la innovación y los recursos humanos. Al igual que Howard Gardner, Robinson también defiende la teoría de la existencia de distintos tipos de inteligencia y expone la antagonía existente entre las letras y las ciencias. Una persona que es buena en la lógica-matemática, no puede serlo en la lingüística-verbal, y viceversa.


En este documental visualizado en clase, Ken Robinson plantea de manera entretenida y conmovedora la necesidad de crear un sistema educativo que nutra en vez de socavar la creatividad.

Las ideas que Robinson expuso y que más me llamaron la atención fueron las siguientes:
-Todo niño es un artista porque cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse hasta que el sistema les enseña, poco a poco, que el error existe y que deben avergonzarse de él. 

-El único error en un colegio es penalizar el riesgo creativo.

-No estoy en contra de los exámenes, pero sí de convertirlos en el centro del sistema educativo y a las notas en su única finalidad.

-¿Se puede medir la inteligencia? 
La pregunta no es cuánta inteligencia, sino qué clase de inteligencia tienes. La educación debería ayudarnos a todos a encontrar la nuestra y no limitarse a encauzarnos hacia el mismo tipo de talento. 

-¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación. Hoy, en cambio, está enfocada a clonar estudiantes. Y debería hacer lo contrario: descubrir qué es único en cada uno de ellos. 

- La educación debe enfocarse a que encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras capacidades y deseos con la realidad. Cuando la alcanzas, la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados.

-Que la mayoría de los ciudadanos malgastan su vida haciendo cosas que no les interesan realmente, pero que creen que deben hacer para ser productivos y aceptados. Sólo una pequeña minoría es feliz con su trabajo, y suelen ser quienes desafiaron la imposición de mediocridad del sistema. 

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